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PRÓLOGO

María Elena ChiricoMaría Elena Chirico

Por momentos, los factores ambientales condicionan los estratos más profundos de la personalidad y, sin especulaciones, el poeta, testimonia su realidad, inmersa en el contexto geohumano.

En las formas primitivas de la vida, el interrogante no se plantea. Es el emergente de la dinámica del hombre. ¿Y cuando la apertura es formulada por un filósofo o un poeta?

Precisamente un filósofo, Haidegger, sostiene que el lenguaje es la casa del ser. En su vivienda mora el hombre.

En Oscar Ochoa de la Maza, la palabra aguijonea en su búsqueda de la verdad. Es el Hombre, sometido a procesos mutiladores que se reconstruye en un cuasi-romántico, juego de luz y sombra. En cada verso o idea, la diminuta figura de un niño se fusiona en el útero de la madre-mito; y, a través de ella, el ánima (mujer) renace constantemente. Es el Prometo con un fuego muy particular, permitiendo captar el orden secreto de una inteligencia discriminadora.

La humanidad y su historia poseen una estructura cíclica. Y cíclicas son sus creaciones. El poeta siempre vuelve a sus orígenes. A la imagen arquetípica concretadora de imágenes y fantasías. Por ello, cada poema en Ochoa de la Maza es un sistema de significantes donde percibimos lo pictográfico de nuestros momentos. De la acción del hombre sobre el hombre.

No queremos definir procesos poéticos: caeríamos en una pura tautología.

Ochoa de la Maza es un desafío para el lector. Un retorno a la dialéctica comunicativa que nos plantea un estar con nosotros mismos, comprometidos frente a la vida y la muerte.

 

María Elena CHIRICO

Argentina

 

 

OTROS COMENTARIOS

Diario HOY de La Plata, Argentina, del domingo 5 de febrero de 1995

Diario LA ESTRELLA de Arica, Chile, del domingo 5 de febrero de 1995

 

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