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Estás leyendo RECORTES DE LA BUENA NIÑA Y DE LA MALA ABUELA de Zoran Geert

 

 

 

 

¿Por qué sabiendo todo esto

permití

que te me acercaras?

 

 

III  El dolor lo lleva a clavar malignos dardos en ella

 

¿Qué puedes darme sin impedir que muera?

 

¿Puedes darme vida? ¡Vida puedes darme!

 

¿De qué me sirve el amor si la maldita,

la innombrable, la que es otra cosa,

se me acerca?

 

No me deja dormir.

 

Me tiene en la espera de saber que viene

a este cuerpo que no puede impedir

que mueran células, que poco a poco

lo siento perder fuerzas, resignar peso,

la substancia inmaterial del deseo,

la paz, la vida, los ojos, las orejas.

 

¿Puedes darme algo sin impedir que muera?

¿Puedes esconderme? ¡Vida, puedes darme!

¿Puedes darme vida?

No.

Lo

sé.

No

puedes.

 

Es inútil el amor ante la muerte.

 

Es inútil sin la vida y tan vacío

como fijar morada bajo tus pechos

sin las manos ya, con que quise mirarlos

y, herido por flores, branquias de viento,

recordar el único nexo. El antes.

El amor antisocial que (para siempre

y a desgano) renunciamos cuando niños.

 

 

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