¿Qué puedes darme sin impedir que
muera?
¿Puedes darme vida? ¡Vida puedes darme!
¿De qué me sirve el amor si la maldita,
la innombrable, la que es otra cosa,
se me acerca?
No me deja dormir.
Me tiene en la espera de saber que viene
a este cuerpo que no puede impedir
que mueran células, que poco a poco
lo siento perder fuerzas, resignar peso,
la substancia inmaterial del deseo,
la paz, la vida, los ojos, las orejas.
¿Puedes darme algo sin impedir que muera?
¿Puedes esconderme? ¡Vida, puedes darme!
¿Puedes darme vida?
No.
Lo
sé.
No
puedes.
Es inútil el amor ante la muerte.
Es inútil sin la vida y tan vacío
como fijar morada bajo tus pechos
sin las manos ya, con que quise mirarlos
y, herido por flores, branquias de viento,
recordar el único nexo. El antes.
El amor antisocial que (para siempre
y a desgano) renunciamos cuando niños.
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