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Estás leyendo RECORTES DE LA BUENA NIÑA Y DE LA MALA ABUELA de Zoran Geert

 

No puedo decir qué es lo mejor,

todavía no lo sé.

 

Sólo sé que hay que sacar los cofres,

las cosas que son de los más nobles

materiales y partir a otro lugar,

sin huir, para sobrevivir.

 

 

 

VI  Ahora pide a la muerte clemencia con ella

 

Con ella no te metas. No la condenes

a proseguir así, con un muerto a cuestas.

Ella ignora que, el lugar al que voy,

es tan nada que ni siquiera se puede

estar solo. Ella sospecha colores.

 

De seguro irá con flores los domingos.

Y tal vez lo haga por mí, más que por ella.

Guardará un tiempo las cosas que le di

como si estuviera en mí recordarlas.

Quizá, con alguna amiga hablará de esto.

Y ésta, como toda amiga, le dirá

lo que espera. Que es mejor así. Que salve

el recuerdo. Que el tiempo cura todo.

 

Pero no quiero esto. Ni un techo de alas

ni un blanco y negro de ojos cortados.

 

Paso a contarte. Quiero que me recuerde

olvidando. Que el amor la reconozca

enseguida como a la flor elegida

para ello. Que otros ojos la muerdan.

Es mi voluntad terrestre que la quieran.

Que lo que yo quise vivo siga vivo.

Por favor. Que nunca se sequen sus labios.

 

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