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Estás leyendo RECORTES DE LA BUENA NIÑA Y DE LA MALA ABUELA de Zoran Geert

 

 

Recuerdo que me bañaste en mí.

 

 

 

Todavía

sueño

que me bañaras en ti.

 

 

 

VII  Habla consigo mismo
 

¿Dónde están, infeliz mago, tus viajes,

los largos caminos que te conocían,

esas tierras que amabas y con candor

insolente hiciste tuyas?

¿Dónde están

tus palabras, aquellas que elegías

y tan distintas sonaban en tus labios?

Oh infeliz. ¿Dónde están tus mujeres?

Oh miserable carroña que se pudre,

oh piedra de sal, no pareces el mismo.

 

 

¿Y la vida?   ¿La alegría aquella

que brotaba a torrentes por tus líneas?

 

  ¿Qué se ha hecho de ese amor terrestre que

puso, con uñas, medio nombre a un cuerpo?

      

¿Cómo has podido perderlo tan de pronto?

 

 

¿Olvidas acaso, que nos pones letra,

que nunca fuiste el dueño de tu puño?

No escondas tu magia. Que quede algo

mezclado entre nosotros con palabras

comunes y de todos. No, no mereces

vivir si un simple golpe, una herida,

inhibe tu misión. Tus versos. Tus trucos

para contarnos lo que supimos siempre.

No. No mereces vivir si te detienes.

¿Dónde están tus palabras, los sonidos

nuevos para las voces viejas? ¿En dónde

tu alquimia de vocales, de frituras,

de ásperos vinos? ¿Dónde estás poeta,

prestidigitador?

¿Dónde? ¿Dónde? ¡Dónde!

 

Siempre en la carrera interminable de lo

imposible

ahora te quiero.

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