Estuve a punto de llorar anoche.
Tuve un sueño terrible. Era una iguana
de ojos oscuros que levantaba odios
sobre el horizonte que, momentos antes,
conformaba. Sin hablar, sin decir nada,
la despiadada se comía la tarde,
la noche toda, la mañana siguiente.
No tenía dientes ni con que morder
pero mordía y,
momentos después,
el sol creció en olas de pequeños ojos
reventados, sangrantes, que la miraban
sin término aunque yo sabía, sentía,
que allí el rencor era moneda imposible.
No pregunten el porqué. Yo no sé nada.
No sé qué placer buscaba para sí.
No me enseñaron a hablar con las iguanas.
(Tuve miedo y punto) ((Así son los
sueños))
(((No quiero volver a soñar con mamá)))