Mi vodka con gancia seguirá en la mesa.
Hasta el final. Hasta el último momento.
Hasta ese último instante en que aparezcan
vivos recuerdos con ropas de verdugo.
Algo muy lejano, canta, sin embargo.
Pone letra al dolor. Nombre a la muerte.
Se me llenan los labios de ojos y besos,
de frases que no alcanzaré a escribir.
Para siempre. ¿Cuánto tiempo es para siempre?
¿Qué es el tiempo? ¿Y la muerte? ¿Qué es la
muerte?
Nadie sabe. Nadie sabe de estas cosas.
No se recuerda lo que no se conoce.
No tengo nada que añadir. Como dice
Neruda. Vine a vivir a este mundo.